lunes, 14 de marzo de 2011

Recuerdos, lágrimas y una despedida


Se acaba. Aunque parezca tan imposible, esta clase se separa en pocos meses. Han sido más de tres años creciendo y aprendiendo juntos, más de tres años de amistades, secretos y cotilleos compartidos, con malos y buenos momentos.
En muchas ocasiones hemos sido la desesperación de nuestros profesores, pero en el fondo se nos echará de menos como grupo, con nuestras dispares opiniones y nuestra determinación para lograr lo que nos parecía justo.
Al principio, cuando llegamos a nuestra clase de 1º A, la primera aula del pasillo de los novatos, estábamos todos temblando. ¿Cómo serán los demás? ¿Y los profesores? ¿Con quién me sentaré? Eran las típicas preguntas de los pequeñajos que éramos por entonces. Había gente que se conocía del colegio, pero otros nos adentrábamos en un mundo desconocido por completo. Gente nueva, lugares nuevos, todo por descubrir. Personalmente, yo estaba muerta de miedo.
Había varios grupos: los chicos, las chicas de ciudad y las chicas de pueblo. Algunos estábamos a medias de unos y otros, pero poco a poco encontramos nuestro huequito. Aunque, la verdad, para las cosas que importan, a pesar de nuestras diferencias, solemos uniros para lograr lo que sea. ¿La unión hace la fuerza, no?
Una de las mejores cosas de nuestro camino, serán los amigos que nos queden, que ojalá sean para siempre. Ha habido momentos como el intercambio que hicimos a Gales, que siempre estará en nuestra memoria con un tono agridulce. No estuvimos todos, pero disfrutamos del viaje y se afianzaron nuestras amistades. Aunque esto hará que recordemos con nostalgia tiempos que no volverán.
Cuando se acabe este curso, muchos nos separaremos, nos mezclaremos con otras personas. Por fortuna, aún nos queda el viaje a Londres, una despedida a lo grande de lo que estos cuatro años han significado para nosotros, formando parte del primer bilingüe de la Laboral, excavando el camino para los que vienen y vendrán detrás. Pero a la vuelta, habrá muchas lágrimas, muchos abrazos y caras tristes, porque aunque sigamos aquí, incluso con algunos de nuestros compañeros en bachillerato, lloraremos por el conjunto, el grupo, la piña que hemos formado con más o menos esfuerzo. La piña se rompe, queramos o no. Sólo Peter Pan no crecía y nosotros no somos él. Será un paso grande, doloroso pero necesario para madurar y aprender que todo se acaba, antes o después. Sólo es un preámbulo de las muchas despedidas que nos quedan por vivir. Es simplemente hacer hueco a nuevas experiencias, nuevas compañías y nuevos recuerdos. No nos podemos estancar, por mucho que nos cueste.
Mientras tanto, queda disfrutar del tiempo que nos queda por estar juntos. Y sin olvidarnos de nuestras tres profesoras, que nos han acompañado desde que entramos agarrados a nuestras mochilas con el temor en los ojos. Gracias a ellas, ahora salimos por la misma puerta de aquel lejano día con la mirada más sabia o, por lo menos, más experimentada, con la frente alta, demostrando al mundo en quienes nos hemos convertido. Me gustaría que esto sonase más a un “hasta pronto”, pero en el fondo sabemos que en muchas ocasiones, será un “adiós”, tan amargo como la misma palabra.

Para la clase de 4º A y nuestras profesoras: Inmaculada, Mercedes y Juliana.

Ruth, 4ºA

No hay comentarios:

Publicar un comentario