Fui al acantilado donde mi abuelo me llevaba de pequeña, era tal como yo lo recordaba, no había cambiado nada, las olas eran grandes como entonces, el agua estaba fría como entonces, al mojarme sentí lo mismo que cuando era niña y mi abuelo me llevaba de la mano. Me quedé sentada horas y horas mirando, solo mirando, como cuando era pequeña, mi abuelo ya no me acompañaba, pero recordé los momentos felices que pasé con él y que formarán siempre parte de mí
¡Muy lindo, Sandra! Un buen ejemplo de todo lo que se puede comunicar al lector con tan pocas palabras.¿Escribirás más cosas para que las leamos?
ResponderEliminarMara